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El sol de Montecassino - Il Sole di Montecassino (1945) San Benito












Il Sole di Montecassino (Fear No Evil) es una película italiana en blanco y negro de 1945, dirigida por Giuseppe Maria Scotese, y basada en el libro de Diego Fabbri, católico. Es una película biográfica sobre San Benito de Nursia. El poster para la película fue realizada por el pintor italiano Anselmo Ballester.

"En los tiempos de San Benito, la comunidad eclesial y la sociedad civil muestran muchas semejanzas con las condiciones actuales de la vida humana. Las perturbaciones de la cosa pública y la incertidumbre sobre el futuro, a causa de las guerras amenazantes o en curso, acarreaban males que llenaban los ánimos de turbación y angustia, hasta el punto de considerar la vida como carente de cualquier seguro y válido significado." Juan Pablo II, Sanctorum Altrix

"San Benito no propone una cierta visión teológica abstracta, sino que, partiendo de la verdad de las cosas, como suele hacer, inculca fuertemente en las almas un modo de pensar y de obrar por el cual la teología se traslada al vivir cotidiano. No le interesa tanto hablar de la verdad de Cristo, cuanto vivir con plena verdad el misterio de Cristo y el "cristocentrismo" que de ello se deriva." Juan Pablo II, Sanctorum Altrix

San Benito fue el patrono del pontificado de Benedicto XVI, y los XV anteriores. En la audiencia general del miércoles 9 de abril de 2008 el Papa Benedicto XVI comienza citando a san Gregorio Magno quien: " refiriéndose a san Benito, dice: «Este hombre de Dios, que brilló sobre esta tierra con tantos milagros, no resplandeció menos por la elocuencia con la que supo exponer su doctrina» (Dial. II, 36). El gran Papa escribió estas palabras en el año 592; el santo monje había muerto cincuenta años antes y todavía seguía vivo en la memoria de la gente y sobre todo en la floreciente Orden religiosa que fundó. San Benito de Nursia, con su vida y su obra, ejerció una influencia fundamental en el desarrollo de la civilización y de la cultura europea. "

Trama

Ambientada en Italia, en febrero de 1944. Algunos civiles escapan el bombardeo en Monte Cassino (el cual es mostrado con escenas de noticias de la vida real de la Segunda Guerra Mundial). Uno de ellos, mira con impotencia como la Abadía explota, y clama al cielo que Dios ha abandonado a la raza humana. Otro refugiado, quien es un monje de la abadía, le responde que ello no es cierto, y comienza a narrarle como, incluso en la época de la caída del Imperio Romano, en una catástrofe como la actual, Dios produce hombres como Benito de Nursia, cuya santidad ayudó a restituir la civilización europea.

En este momento de la película, retrocedemos al año 500 A.D. Benedicto, un nombre romano, deja su herencia privilegiada y se escapa a una caverna, prometiendo vivir de acuerdo a los Evangelios. Poco a poco se va formando una comunidad de monjes, y dedica toda su vida a enseñar la doctrina católica, conviertiéndose en un Santo, que realizó varios milagros en honor a Dios.

Elenco

Fosco Giachetti ... Benedetto
Adriana Benetti ... Faustina
Liliana Laine ... Sabina
Nino Pavese ... Zalla, il governatore
Alfredo Varelli ... Marco, il pastore
Manoel Roero ... Nicandro, il bracciante
Virgilio Tomassini ... Terenzio
Anna Maria Padoan ... La signora Livia


Critica en IMDb

«Uno podría esperar una película estática, lenta, debido al tema, pero está película se mueve entretenida con grandes secuencias de acción que mantienen el interés vivo en el espectador. Fosco Giachietti interpreta de forma audaz, con dignidad, autoridad y dedicación a San Benito. Alfredo Varelli interpreta a un joven, macho, Marco, un tipo listo para la guerra, pastor en las montañas, quien se convierte en el primer seguidor de Benedicto. Un fascinante recuento de la fundación de la primera orden monástica católica, y que se mantiene efectiva con el doblaje al inglés».


ORACIÓN PARA PEDIR SU PROTECCIÓN

Santísimo confesor del Señor; Padre y jefe de los monjes, interceded por nuestra santidad, por nuestra salud del alma, cuerpo y mente.

Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y hechicerías.

Pídele al Señor, remedie nuestras necesidades espirituales, y corporales. Pídele también por el progreso de la santa Iglesia Católica; y porque mi alma no muera en pecado mortal, para que así confiado en Tu poderosa intercesión, pueda algún día en el cielo, cantar las eternas alabanzas. Amén.

Jesús, María y José os amo, salvad vidas, naciones y almas.

Rezar tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.



El Papa Juan Pablo II en su Carta Postólica Sanctorum Altrix, en el XV centenario del nacimiento de San Benito, Patrono de Europa, Mensajero de Paz, publicada el 11 de julio de 1980, recuerda a San Benito de Nursia diciendo:


Ahora bien, una consideración limitada al aspecto exterior de la vida monástica, puede hacer creer que el estilo de vida benedictina favorece solamente la utilidad del monje que la profesa e induce al fácil olvido de los demás, liberando así su alma del sentido social y de los problemas reales de la humanidad. Desgraciadamente, la vida que se lleva dentro de la clausura monástica, con la costumbre de la oración, en la soledad y en el silencio, es considerada de ese modo incluso por algunos que pertenecen a la comunidad eclesial.

En realidad, cuando el monje recoge su espíritu o, como dice San Gregorio de Benito de Nursia, habita consigo mismo y espera diligentemente a sí mismo a través de la purificación de la ascética penitencial, hace esto también para liberarse de la esclavitud de la voluntad propia. Pero esa atención del espíritu que uno dirige hacia sí mismo, es sólo una condición totalmente necesaria para que su alma se abra con más sincero interés hacia Dios y hacia sus hermanos. Bajo el impulso de esa concepción benedictina de la vida, sucede que cada uno de los monjes vive en comunidad, y ésta se convierte en un lugar de acogida.

San Benito recorre esta vía maestra a través de la cual, en el ámbito de la vida monástica, se va hacia Dios. Ahora bien, la convivencia monástica —llamada por el propio santo ambiente singular en el que los corazones de quienes forman parte de ella se dilatan en el ejercicio de la propia obediencia— está movida y estimulada por un vehemente amor al prójimo, por el cual cada uno se siente impelido a dedicarse al bien del hermano, olvidando sus propias conveniencias.


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